August Sander fue el primer fotógrafo que puso su obra al servicio de una ideología, al propósito de construir una especie de Gran Obra en torno a tres Alemanias: la de Guillermo II, la de Wimar y la de Hitler. Con una admirable obstinación, este maestro de la sociología sin palabras hizo el retrato de un país convulso y secreto, observando con la misma lucida atención a obreros y a banqueros, a burgueses y a soldados. Y todo con un solo fin: mostrar la verdad sobre los hombres.