Antonio Orihuela plantea aquí un repaso lleno de referencias sobre la contracultura en España entre 1962 y 1982. Y recorre su nómina con gran cantidad de nombres y movimientos en toda la geografía ibérica desde la poesía, la música popular, el cómic, las revistas, el cine, el retomado anarquismo, el movimiento homosexual, las tribus urbanas o las artes performativas y plásticas más provocadoras. Además de revisar globalmente lo contracultural en busca de una verdadera disidencia en la cultura de masas, Orihuela rastrea, desde una posición crítica, la capacidad de desactivación, fagocitación y travestismo del «estilo de vida» capitalista, llegado a España con el Tardofranquismo y la Transición; a la vez que reflexiona sobre el papel que jugaron las drogas y el control institucional sobre cualquier tipo de expresión cultural.
Antonio Orihuela (Moguer, 1965), arqueólogo, historiador y escritor a destiempo de la modernidad liberal, viene elaborando desde comienzos de los noventa un discurso crítico sobre la vida dañada y las resistencias cotidianas en las sociedades del capitalismo tardío. Con su primer poemario, Perros muertos en la carretera (1995), deambuló por el delgado hielo de la literatura marginal. Con Edad de hierro (1997), La piel sobre la piel (2005) o La ciudad de las croquetas congeladas (2006) intentó abarcar todo aquello que constituye la ligazón de nuestra vida con el mundo conformado por ese capitalismo. Con Narración de la llovizna (2003) o
Tú, quién eres tú (2007) indagó en el reverso de esa trama social e ideológica. Su escritura sostiene en todo momento la tensión de hablar al pueblo en un mundo en el que esta palabra ha sido bombardeada por una historia dominada por el consumo y la individualidad burguesa. Con las esquirlas y los restos, Orihuela ha intentado reconstruir un trazado posible para la consciencia crítica. Las tres antologías que existen de su obra (Piedra, corazón del mundo, 2001; Para una política de las luciérnagas, 2007; y La destrucción del mundo, 2007) ofrecen un panorama coherente de esta escritura cuyas razones poéticas e ideológicas pueden encontrarse en La voz común (2004), El libro de los tesoros (2007) y El libro de las derrotas (2009), y que tiene un horizonte preciso: cambiar el futuro.