La aspiración de los seguidores de Jesús es tener presente a Dios decontinuo en la vida cotidiana. La perfección no consiste en evadirsede las ilusiones y alegrías, de las obligaciones y dificultades que se experimentan cada jornada, sino en ejercitarse en la compañíaconstante del Señor, referencia central de nuestra vida: cuandotrabajamos y cuando descansamos, cuando estamos de viaje y cuando nosperdemos en el bosque de nuestros pensamientos, cuando tenemos salud y cuando sobreviene la enfermedadà Hoy sigue siendo posibleexperimentar el amor de Dios, que permite vivir en plenitud yentregarse a los hermanos sin reservarse nada. De la mano de estesanto sencillo y discreto podemos aspirar a la máxima dignidad, tantohumana como espiritual, y conservar la paz del corazón.
Nicolas Herman, en la vida religiosa Lorenzo de la Resurrección, nace en 1614 en Hériménil (Lorena / Francia). Tras servir como soldado en el ejército del Duque de Lorena, una herida de guerra le obliga a renunciar a la carrera militar. Marcha a París y entra como «criado de librea» del funcionario real Gaspard de Fieubet. En 1640, siguiendo las huellas de su tío materno, ingresa como hermano lego en el convento parisino de los carmelitas descalzos. Tras dos años de noviciado, realiza la profesión solemne el 14 de agosto de 1642. Durante quince años trabaja como cocinero en el convento; después se ocupa de la zapatería y de otros menesteres. Los diez primeros años de su vida religiosa están marcados por profundas crisis espirituales. Pero gracias a un abandono total, encuentra la paz interior y vive en una presencia de Dios casi continua. Desde 1660 atiende espiritualmente a numerosas personas de toda condición que lo visitan. Tras soportar largos periodos de sufrimiento físico, muere el 12 de febrero de 1691 con fama de santidad.