Una de las joyas de la espiritualidad rusa del siglo XIX, que con eltiempo se ha convertido en un verdadero manual para adentrarse en lavida espiritual y perseverar en ella. Las ochenta cartas que recogeesta obra se caracterizan por su finura psicológica y su luminosahondura teológica. Cada una de ellas representa una etapa que ellector está invitado a recorrer. A través de un lenguaje sencillo ypreciso, Teófanes aborda los diferentes temas como un experimentadomaestro del espíritu que siente como suyos los problemas de la persona que le encomienda su vida. De ese modo, practica el difícil arte dela paternidad espiritual. Tras casi dos siglos, estas cartas conservan toda la frescura y profundidad que brotan del Evangelio.
Teófanes el Recluso nació en 1815. Su padre era sacerdote en la provincia de Oriol, en la Rusia central. Tras ingresar a los doce años en el seminario y formarse en la Academia Eclesiástica de Kiev, decide hacerse monje. Durante dos cursos enseña Psicología y Lógica en el seminario de Novgorod y Teología moral y pastoral en la Academia de San Petersburgo. En 1844 marcha a Jerusalén para aprender griego y estudiar durante siete años a los Padres de la Iglesia. De regreso a Rusia, visita como integrante de una misión ecuménica al patriarca copto en Egipto, al papa Pío IX en Roma y diferentes iglesias protestantes en Alemania. El año 1858, siendo rector de la Academia Eclesiástica de San Petersburgo, es ordenado obispo de la diócesis de Tambov y, a los cuatro años, se convierte en titular de la diócesis de Vladimir. En 1866 solicita al Santo Sínodo la dispensa para retirarse al monasterio de Vishen como un monje más. Desde 1872 hasta su muerte en 1894 vive como recluso en una celda, donde se dedica a la oración, al trabajo manual, a la pintura de iconos y a una ingente actividad literaria, fruto de la cual son su medio millar de textos y sus incontables cartas. Con ocasión del milenario del bautismo de Rusia, Teófanes fue canonizado por la Iglesia ortodoxa rusa en 1988.