Guille va por la vida caminando a contramano de la alegría y por más que intenta correr para escapar de su angustia y de la gente, no deja de sembrar temor con su severa mirada. A Guille le duele el alma, porque no puede mirar al mundo sin miedo, con un poco de paz, de creativídad y de confianza. Pero un día, al intentar huir para que su miedo no se encuentre con los ojos de los niños de un pequeño pueblo alejado, ella tendrá otro encuentro en lo más profundo de Su ínterior y sus ojos podrán mirar de nuevo al mun con todo el amor de su corazon.