El uso de una red inalámbrica es una experiencia muy agradable, en primer lugar por su flexibilidad al prescindir de los numerosos cables antiestéticos que requiere la instalación de una red física, otra característica fundamental es la movilidad que nos proporciona a la hora de trabajar y por supuesto por el bajo coste actual de esta tecnología. Pero oculto bajo todas estas maravillosas ventajas reside un protocolo complejo que puede generar problemas cuando nuestros datos no están limitados a desplazarse sobre redes físicas. ¿Cómo debemos estructurar nuestra red para que los usuarios móviles puedan moverse con efectividad? ¿Cómo debemos ampliar la cobertura inalámbrica para que esté disponible cuando la necesitemos? ¿Qué tipo de problemas de seguridad surgen? ¿Cómo debemos ajustar nuestra red para obtener un rendimiento óptimo? ¿Cómo podemos proporcionar suficiente capacidad para admitir a los usuarios esperados inicialmente y cómo debemos tratar las dificultades que surgen cuando se unen más usuarios a la red?