Presentado como un «Nocturno para dos voces», este relato contrapone la fina textura poética de una voz que recorre un paisaje urbano con una narración en primera persona de la represión en la dictadura estalinista. La llaneza y la espontaneidad, despojadas de cualquier carga moral, con que un antiguo agente de la policía política evoca sus andanzas en los años del terror, dan vida con mano maestra a un espacio en el que el lector advertirá la facilidad con que a menudo se desdibujan las fronteras del mal. Como en todos los relatos de Kuráyevuno de los más importantes narradores rusos contemporáneos, en esta Ronda Nocturna se describe con excepcional talento un mundo impenetrable y hermético en el que lo ingenuo convive con lo feroz, consiguiendo así traer a la luz la oscura y asfixiante atmósfera del estalinismo.