Tradición y modernidad conviven en esta pequeña gran ciudad volcada al mar, con un paisaje, dominado por la Bahía de La Concha y un desarrollo arquitectónico iniciado en la segunda mitad del siglo XIX, que todavía conserva el aire de la Belle Epoque y en donde la gastronomía compite en protagonismo con la naturaleza. Una ciudad famosa por su cocina y sus cocineros y que es considerada la capital mundial del pintxo. A lo que hay que añadir una agenda cultural de primer nivel, con los festivales internacionales de cine y jazz y una intensa programación a lo largo de todo el año. No hay que perderse el paseo por el casco viejo, la zona original de la ciudad, repleta de bares y restaurantes, en donde callejear por sus calles estrechas y peatonales, para después asomarse a la playa de la Concha.