Pocos textos como el de esta tercera Intempestiva podrían iluminar mejor las raíces de la tarea que Nietzsche escogió como propia en fecha ya muy temprana. «¿Qué se le exige a un filósofo, en primera y última instancia? Superar en sí mismo su propio tiempo y volverse intempestivo. ¿Con qué ha de sostener su más dura batalla? Con aquello por lo cual, justamente, es hijo de su tiempo.»
«Schopenhauer como educador» es, en efecto, un poderoso alegato contra la decadencia de la cultura y de la vida modernas y la perversión académica de la filosofía. Pero precisamente por eso es también el documento deslumbrante de uno de los momentos de mayor fuerza inaugural de la larga confrontación nietzscheana con la tradición occidental, esa tradición metafísica, moral y religiosa, la nuestra, a cuya genealogía histórica y psicológica dedicó el filósofo lo mejor de su obra.
FRIEDRICH NIETZSCHE es uno de los filósofos más radicales y profundos que han existido. La riqueza de su pensamiento arrollador ha permitido captar algunos de sus múltiples temas abordados, pero nunca su totalidad. Buena muestra de ello son sus obras Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal, El crepúsculo de los ídolos o El anticristo.