Segovia forma parte de la última obra que publicó en vida Dionisio Ridruejo (1912-1975), su excepcional Guía de Castilla la Vieja. En ella el autor recorre la capital y la provincia que tan bien conoció. Mucho más que una guía al uso, esta síntesis magistral, de gran valor literario, es una excelente manera de asomarse al tesoro que constituyen Segovia y su provincia. A partir de la historia como explicación de todo lo que vemos -como nos recuerda Ridruejo, hubo un período de la Historia de Castilla y de España en el que casi todo pasó por Segovia-, la sabiduría del autor nos conduce a través de paisajes, geología, arte, y hasta gastronomía.
Si el patrimonio histórico y artístico español es ingente, ¿qué no decir de Segovia, que en 1985 fue la primera ciudad española en ser declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad? ¿Y de su provincia? Entre ambas encontramos una asombrosa cantidad y variedad de testimonios de su historia, a menudo de una belleza deslumbrante. Restos romanos, visigodos, árabes, románicos -existen unos 300 edificios románicos en toda la provincia-, renacentistas; algunos de los mejores castillos de España... Un conjunto urbano único, el de la capital, que el autor considera «la más italiana» de las ciudades castellanas, y una preciosa provincia, cuya cantidad de tesoros no dejará de sorprender a quien se asome a ella con curiosidad y un poco de tiempo, para lo que esta obra puede ser una ayuda impagable. Esta edición cuenta con numerosas fotografías que ilustran el recorrido del autor.
Dionisio Ridruejo nació en 1912 en El Burgo de Osma (Soria), estudió Derecho y Periodismo, y en 1935 publicó el poemario Plural. Su temprana afiliación a la Falange le llevó a apoyar la insurrección militar y durante la guerra fue un combativo publicista del bando franquista. En 1938 es nombrado Consejero Nacional y Director General de Propaganda. Desde Primer libro de amor (1939) fue un referente de la poesía de posguerra y su dirección de la revista Escorial le consolidó como prestigioso intelectual del régimen. Sin embargo, a mediados de los años cuarenta, tras haber combatido en la Segunda Guerra Mundial con la División Azul y dimitir de sus cargos oficiales, inició una revisión ideológica que en el medio siglo desembocaría en una toma de posición socialdemócrata, lo que le condujo a la cárcel y a vivir dos años en el exilio. La recopilación de su obra poética en Hasta la fecha (1961) y el ensayo Escrito en España (1962) dan testimonio de una plenitud literaria y un tenaz compromiso cívico que sólo interrumpiría su muerte en Madrid en junio de 1975. Libros como Diario de una tregua (1972), Los cuadernos de Rusia (1978) y Casi unas memorias le convierten en uno de los prosistas mayores de las letras españolas del siglo xx.