Lord Byron conoció la fama y el éxito en Inglaterra desde su primera publicación, lo cual no le libró de tener que exiliarse en Italia perseguido por las deudas, un matrimonio fallido y una acusación nunca probada (pero tampoco desmentida) de incesto. En Italia, Byron frecuentó al matrimonio Shelley, huido también de las deudas y del escándalo. Más tarde se les uniría el joven y enamorado poeta John Keats, del que también podría decirse que trataba de escapar de una enfermedad que no tardaría en alcanzarle. Es difícil precisar si es gracias a esta vida fugitiva o pese a ella que estos tres poetas y la novelista Mary Shelley conforman la segunda generación de románticos ingleses (tras el magisterio de Wordsworth y Coleridge), probablemente una de las cimas de la poesía occidental, y sin ninguna duda la generación más rebelde, incendiaria, carismática, innovadora y vital que el mundo ha conocido.