Cuando en 1340 el rey Alfonso de Castilla se encuentra luchando contra los musulmanes en el sur de la Península, dos reinas lo gobiernan: María de Portugal, su esposa, y Leonor de Guzmán, su fogosa amante. Tras la muerte del rey, su hijo legítimo, Pedro, y el hermanastro bastardo de este, don Enrique de Trastámara, se disputarán sin tregua la corona. Periodos de luchas e intrigas, seguidos de otros de paz y tregua, se sucederán sin descanso hasta el año 1369, en que Enrique será finalmente proclamado rey de Castilla.