Signos junto al camino es un libro cuya forma se nos escapa. Son a la vez anotaciones y apuntes de diario, son insomnio y vigilia, son textos tanto para escritores como para lectores, son también un inventario de pesadillas y un conjunto de historias cotidianas, son el inicio de una novela «total» y un poema solitario que infunde aliento y a veces, en regocijo, uno deja escapar por sus labios. Un hombre que siempre sabe con certeza dónde está, cuánto hay desde el «aquí y ahora» hasta el «allá y más allá», es un hombre perdido, determinado por su imprudencia o soberbia. Es un hombre determinado por accesorios técnicos, sistemas de medición, estructuras sociales... pero no por sí mismo. Aunque suene paradójico, ese punto en el que está cada hombre es el camino.
Ivo Andric (Travnik, Bosnia-Herzegovina, 1892-Belgrado, 1975). Estudió en Sarajevo, Zagreb, Viena y Cracovia. En 1914 fue arrestado a causa de su adhesión a una organización revolucionaria; a continuación, habría de pasar tres años en diferentes prisiones austro-húngaras. Al término de la Gran Guerra, y sin abandonar jamás su carrera de escritor, entró a formar parte del servicio diplomático de la naciente Yugoslavia, y residió en Bruselas, París, Madrid y finalmente Berlín, donde lo sorprendió la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1941 se instaló definitivamente en Belgrado. En 1961 recibió el premio Nobel de literatura.