«Ya he señalado que, en general, su teatro es abstracto (en oposición de cotidiano y explícito ) se propone decir algo (o sea no repetir tópicos, ideas simplistas o preconcebidas), se compromete con el sentido (lo que no tiene nada que ver con el dogma ni la verdad absoluta), se interroga sobre los grandes enigmas del hombre, del sentido de la vida, y de nuestro lugar en el universo... ¡Qué lejos de la banalidad y la vanidad de la mayoría de los textos dramáticos actuales, tan superfluos, tan pretenciosos, tan vacuos e insulsos!» «Usa la hipérbole como recurso, el humor como prevención ante cualquier sacralización del mensaje y el medio, mundos imposibles pero verosímiles, una imaginación audaz pero controlada, un lenguaje desbordado pero conciso, situaciones trágicas y disparatadas, pero humanas, reconocibles. Un placer para el ojo y el oído. Placer de la palabra y el gesto. La inteligencia como expresión de lo más noble, lo divinamente humano.» SANTIAGO TRANCÓN