¿Qué le falta al profesional del derecho para optimizar su práctica jurídica? Según CONCHA Calonje la práctica jurídica carece en estos momentos de una técnica formalizada y completa en la que se incluyan las herramientas y procesos de la argumentación. La técnica de argumentación ha ido tomando cuerpo muy lentamente. Aunque las bases las encontramos ya en la democracia romana y aún antes en la griega, no fue hasta el siglo XX cuando personalidades como Ch. Perelman dieron un paso casi definitivo al comenzar a hablar de razonabilidad y valores (axiología) en el derecho. En la actualidad, numerosos académicos y profesionales de los países más avanzados han retomado y desarrollado estas técnicas. Sólo muy recientemente los abogados han comenzado a aceptar que persuadir y convencer a través de las valoraciones de los hechos, puede mejorar las decisiones judiciales. La técnica de la argumentación no es privativa de la práctica jurídica. También tiene cabida en otras profesiones incluso en las relaciones personales, de familia, empresa. ... Sin embargo, en derecho esta técnica responde sobre todo a la necesidad de utilizar los valores aceptados por la sociedad para mediar o influir racionalmente (no sólo legalmente) en la decisión del juez o del cliente. La técnica de la argumentación es, a veces, dificil de diferenciar de la técnica de negociación. Esta última es necesaria para conciliar los «intereses» de las partes, mientras que la argumentación justifica las «valoraciones» de los hechos para mantener los acuerdos previamente negociados, buscar soluciones dialogadas o resolver los conflictos legales. Tras diez años de investigación y práctica sobre el tema, la autora ha formulado el sistema integrado de destrezas y habilidades intelectuales que son propias del profesional del derecho en sala y fuera de sala. El lector encontrará en Técnica de la Argumentación el marco de referencia de la argumentación «racional» ejemplificado paso a paso con guiones de películas conocidas, casos resueltos y sentencias jurídicas. Con él, el abogado podrá dictaminar y defender con mayor aceptabilidad los derechos de sus clientes, probando sus valoraciones y refutando las razones del contrario. En definitiva, consiguiendo mayor efectividad en el ejercicio de su profesión.