BAREA-KULCSAR, ILSA / ZAPICO, ALFONSO (Ilustración) / MUNDET, JOAN (Ilustración)
«¿Es cierto que cuando oyes silbar las bombas ya no te pueden dar?» se preguntan temerosos los corresponsales extranjeros mientras cruzan la Gran Vía madrileña. Han venido a España para cubrir la guerra civil y cada día envían sus crónicas desde la central de la Telefónica, sede de la oficina de censura para la prensa extranjera. Es el edificio más alto de la capital, el primer rascacielos del país, y los aviadores alemanes tratan a diario de bombardearlo para aislar las comunicaciones de la República.
Allí llega un buen día la voluntaria alemana Anita Adam, pequeña, rolliza, independiente y muy decidida. La han asignado a la oficina de censura ya que habla varios idiomas. Su modo de ser autónomo choca de pleno con el machismo de los españoles y con el rol subordinado de las españolas, siempre esposas o amantes. Allí, en el enorme edificio que tiembla bajo las bombas de los junkers y los obuses del quince y medio, refugio inexpugnable y prisión asfixiante al mismo tiempo, permanecerá inalterable la pequeña Anita, trabajando a la débil luz de las lamparillas de su escritorio.
Ilsa Barea-Kulcsar escribió una vibrante novela basada en sus propias experiencias de guerra, en el Madrid sitiado en el que todos desconfían de todos y en el que ella encontró el amor de Arturo Barea. El texto, que ha permanecido inédito durante ochenta años, lo concluyó el día antes de que, cautiva y desarmada, la Segunda República sucumbiera.
(Viena, 1902-1973) fue una periodista y socialista austriaca. Bajo el gobierno protofascista del canciller Dollfuß, ella y su primer marido, Leopold Kulcsar, organizaron la resistencia clandestina. A finales de 1936, Ilsa continuó de forma activa en la lucha contra el fascismo, como periodista en la Guerra Civil española. La asignaron a la oficina de censura de prensa extranjera dirigida por Arturo Barea, quien se convertiría en su segundo marido. A los cinco días de casados, lograron salir de España camino a París. En la capital francesa Ilsa escribió gran parte de Telefónica y Arturo comenzó a trabajar en su célebre trilogía La forja de un rebelde. A finales de febrero de 1939 ambos partieron hacia su exilio definitivo: Gran Bretaña. Bajo el título de In der Telefonica (En la Telefónica) Ilsa puso fin a su manuscrito en un día señalado de la guerra de España, «31st March, 1939». Telefónica se publicó en 70 entregas en el periódico socialista austriaco Arbeiter-Zeitungentre el 13 de marzo y el 4 de junio de 1949.