Para Ferencuhová el destino individual del alma humana está íntimamente conectado con el del universo, indisociablemente unido a la Tierra. Con un sutil lirismo, imágenes intensas y un dominio absoluto de conceptos astrofísicos modernos, esta obra presenta un universo al borde del colapso y explora nuestro lugar en él. El cosmos y, por ende, también la tierra, se convierten en el escenario de las reflexiones de la eslovaca sobre temas universales: la muerte, el amor, la pureza de la infancia, la inseguridad existencial, la percepción distorsionada de la realidad y la deshumanización de la sociedad, entre otros.