De Tratado de urbanismo, un libro que sorprenderá al lector por su capacidad para esquivar la mordaza de la censura franquista y, todavía hoy, felizmente vivo, Pardo apunta: A punto de cumplir cuarenta años, este libro descreído de las posibilidades de la poesía, el más pesimista de su autor, atrae cada vez a más lectores. ¿Cuál es su secreto? Quizá ninguno: la falta de afectación, el estilo claro que no deja buen sabor de boca... Acusado por los críticos literarios de realista, Ángel González no parte de un orden previo venido a menos por su representación, no cree en un decir puro tras la máscara: es un rastreador de superficies, parásito del sentido que quiere parodiar. Frente a la historia contada por los vencedores de la Guerra Civil, su verdad sólo puede ser descrita con el lenguaje corrosivo de la ironía, apelando al lector con ternura y cinismo. Sabe que su propósito es imposible: autentificar una vida falta de sentido. Tratado de urbanismo muestra con lucidez las contradicciones de una poesía consciente de la inutilidad de las palabras pero eficazmente subversiva.
Ángel
González nació en Oviedo en
1925. Se resigno, como él mismo confiesa, a estudiar Derecho, ejerció de
maestro en los montes de León, y después, ya como funcionario, vivió en Madrid,
Sevilla y Barcelona. Pronto su afición poética le puso en contacto con los
jóvenes escritores de la generación de los 50, sobre todo con la escuela de
Barcelona, con quienes mantuvo una constante amistad. En 1956 su primer libro Áspero
mundo, obtuvo el accésit del premio Adonais. A éste le siguieron Sin
esperanza, con convencimiento (1961), Palabra sobre palabra (1965), Tratado
de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), Muestra
de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que
habitualmente comportan (1976; edición corregida y aumentada, 1977), Prosemas
o menos (1985) y Deixis en fantasma (1992). En 1970 viajó a Estados
Unidos y México, y dos años más tarde empezó a trabajar como profesor visitante
en las universidades de Utah, Maryland, California (Irvine) y New México, donde
enseñó literatura española durante dieciocho años. En la actualidad, ya
retirado de la enseñanza, sigue residiendo en New México, y vuelve regularmente
a Asturias y Madrid. Académico de la lengua, ha recibido el Premio Príncipe
de Asturias en 1985 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana
en 1996.