Por esta «trayectoria» camina un poeta singular. Gabriel Celaya ha sido algo más que un poeta social. En su poesía destacan los ecos de la dicción, el tono, la ironía y la atención a lo cotidiano; pero también fue un escritor disconforme con lo lingüístico, con lo existencial, con la indagación metafísica. Contrario siempre al yo, a la individualidad, Celaya creyó siempre en la poesía como un instrumento para transformar el mundo.
Gabriel Celaya fue poeta por ser hombre; y su poesía, desde sus primeros versos hasta los últimos, es y será una auténtica lección de humanidad y una declarada defensa de humanismo. Bien merece, entonces, esta renovada y actualizada Trayectoria poética, en la que José Ángel Ascunce recoge y analiza su mejor poesía.
Gabriel Celaya (Hernani 1911 - Madrid 1991), autor de una extensa, variada y rica obra literaria que se aproxima al centenar de libros, entre los que no faltan los de narración, teatro y ensayo, es sobre todo poeta. Desde la aparición de su primer libro, Marea de silencio, en 1935, hasta la publicación del último, Orígenes/Hastapenak, en 1990, su poesía cristaliza genuinamente los más diversos modos poéticos de nuestro tiempo, aunque él persiguiera siempre con los mismos alcanzar un estado de conciencia que le permitiera romper la cerrada conciencia del yo individual y conseguir otra más allá de la que normalmente nos gobierna. A este proyecto de comunicación, de conocimiento y de acción poéticos dedicó su vida entera, lo que lo ha convertido en un poeta insoslayable llamado a más vida poética.