Adolfo Castañón no es tanto un editor como, más justamente, un hombre de letras. Poeta, ensayista, traductor, profesor y académico de la lengua en México, la tarea editorial ha sido para él parte de la polimorfa estrategia orientada a poner la palabra escrita en el centro de una escena pública de la que parece estar fugándose con una velocidad cada vez mayor.
Sus reflexiones sobre el mundo de la edición no son, por ello, uno más de los discursos para los cuales la edición es una de esas prácticas vintage, algo anticuado y de calidad pero sobre cuyo futuro hay bastante menos para decir que sobre su pasado.
Sin proponérselo ─o, más justamente, sin imponérnoslo─, los ensayos recogidos en TRÓPICOS DE GUTENBERG. Escenas y mitos del editor van dibujando, con la sutil mano del editor que los conoce a todos, los rostros de quienes están implicados en el funcionamiento del ?ecosistema del libro?. Como si fuera el director de un casting, Castañón hace subir a escena a autores, traductores, lectores y diversos artesanos a los que aquellos confiarán la confección del libro, y como buen director de escena pone bajo los reflectores sus atributos.
(Del prólogo de Alejandro Katz)