¡Adiós, Donosti, patria única! Entonces todavía no lo sabía; tuve que volver treinta años después para saber que no hay más patria que la de la infancia. ¡Adiós, ciudad maravillosa, la más bella del mundo! (...)
Todo el tiempo pensábamos en volver a España. Volver a España era, en aquellos primeros años cuarenta, sinónimo de la derrota de Hitler. Una cosa iba atada a la otra de una manera total y absoluta. (...) Aquellos hilos que se acercaban día a día, venían a significar la restauración de la República, la desaparación del franquismo, y la vuelta a casa, a San Sebastián, a «la casa del padre», como decía Eduardo Chillida y como repetía Edward Said...
Volver.
Donosti era para mí el único destino posible. Ésa era la configuración concreta de la sensibilidad que se manifiesta en exilio: la memoria.
(Federico Álvarez, Una vida. Infancia y juventud)
Federico Álvarez Arregui. Nació en San Sebastián el 19 de febrero de 1927 y murió el 18 de mayo de 2018 en la Ciudad de México. Su padre, uno de los fundadores de Izquierda Republicana en la capital guipuzcoana, tuvo que exiliarse al final de la guerra en La Habana. Sin embargo, Federico Álvarez permaneció en San Sebastián, realizando los estudios de bachillerato en el Colegio de los Marianistas y viviendo una posguerra llena de limitaciones y penurias. Reclamado por sus padres, marchó a La Habana en agosto de 1940. En la capital cubana concluyó su bachillerato e inició la carrera de ingeniería en la Universidad de La Habana, pero la dejó atraído por la política y por los estudios de letras. En 1947 se trasladó con su familia a México D. F. y allí se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estas memorias tratan de su infancia y juventud entre 1927 y 1947, sus primeros veinte años de vida entre su infancia en Donosti y su adolescencia en el exilio familiar de La Habana. Se licenció en Letras en 1965 y ese mismo año regresó a Cuba como profesor de Literatura Española en la Universidad de La Habana, institución en la que permaneció hasta 1971. Durante este periodo desarrolló una intensa actividad cultural, identificado con las ideas de la revolución cubana. Regresó a España en 1971 y fue director del Fondo de Cultura Económica en Madrid. En 1982 regresó definitivamente a México y se incorporó como profesor de Teoría de la Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde ha ejercido como catedrático hasta su muerte.