Este libro, que reúne cuatro relatos inquietantes y perfectos, es uno de los mejores logros del gran escritor mexicano Sergio Pitol. El autor sitúa a sus personajes en escenarios imposibles que de pronto se vuelven cotidianos. O en escenarios perfectamente familiares que, de repente, a saber por qué clase de iluminación interior, se convierten en remotos e inasibles. Venecia, castamente desflorada, se transforma en un intermitente surtidor de luces. Sus reflejos parecen entregarnos una simple noche de amor que comprende las historias todas del Universo. En Samarcanda asistimos a una invasión de cigüeñas dentadas, a una truculenta orgía, a un rito de iniciación que nos acerca a la locura, a los recuerdos que el autor guarda de algunas conversaciones con su amigo Torres en un mortecino cafetucho de Varsovia. Vals de Mefisto manifiesta en todo momento el placer de narrar. Contar historias como en Las mil y una noches, engarzar una anécdota con otra, contar, narrar, relatar. Por un momento eso parecía ser todo. Pero, de pronto, un registro se modifica y la narración se carga de una gravedad inesperada. La ruta parece bifurcarse. ¿Se ha perdido el camino? Ahí empieza el verdadero relato.