Una ambulancia con un irritante aullido se abre paso a través de la asfixiante neblina con gran facilidad. Quizá sea la urgencia de su misión lo que da al joven asistente sanitario unas habilidades tan consumadas, quizá no sea más que buena fortuna, o, quizá, sea la sutil influencia de la chica que se sienta a su lado la chica llamada Vampirella.
Pepe González (Barcelona, 1939-2009) tenía mucho talento. Llevaba el dibujo en la sangre. El mundo empezó a tener noticia de él a partir de 1956, cuando Josep Toutain, gerente de Selecciones Ilustradas (SI), una agencia de reciente creación que se ocupaba de exportar el talento de nuestros dibujantes, le ofreció a aquel joven de 17 años la posibilidad de publicar a nivel profesional. Ya desde 1959, en las historietas románticas que dibujaba para el mercado británico, Pepe González era un dibujante que destacaba por el tratamiento de la figura femenina. Consolidó un estilo propio, realista, de trazo suelto, más sintético o más elaborado, según el encargo, en el que más que nunca destacaban su tratamiento de los ojos, el pelo, el rostro, la ropa y el cuerpo de las féminas. De hecho, el estereotipo de mujer de Pepe González marcó una época, sobre todo entre sus compañeros de profesión, que acudían a él cuando se trataba de perfilar o mejorar una silueta femenina. Si había contactado con la editorial norteamericana Warren en 1970, y muy pronto revistas de terror como Creepy o Eerie evidenciaron la calidad de los dibujantes españoles. Pero había otro magazine de terror en Warren, Vampirella, nacido en 1969. El personaje había sido concebido como una habitante del planeta Drakulón que, ante la inminente desaparición de su mundo, viaja hasta la Tierra al descubrir que en los seres humanos anida el alimento que le da vida: la sangre. Creada por Forrest J. Ackerman con un primer diseño de Trina Robbins, las entregas de Vampirella habían sido dibujadas por Tom Sutton y por Mike Royer. Sin embargo, no fue hasta el nº 12 de Vampirella (julio de 1971) cuando apareció el dibujante que daría forma definitiva al personaje: Pepe González. Es evidente que fue su maestría, no ya solo en su personal tratamiento de la imagen femenina, sino en su puesta en escena, su facilidad para crear ambientes y su adecuación al tono narrativo de las historietas, lo que convenció a Warren de que Pepe González era el dibujante de Vampirella.