En la primavera de 480 a. C., el rey persa Jerjes encabezaba el mayor ejército terrestre jamás reunido hasta entonces. Acababa de cruzar el Helesponto y, una vez en Europa, se disponía a recorrer las regiones de Tracia y Macedonia con el apoyo de su impresionante flota. Jerjes pretendía vengar las afrentas que los atenienses infligieron a su padre, el rey Darío, y además deseaba incorporar los territorios griegos a su inmenso imperio asiático. Pronto llegaría a Esparta la noticia de que la flota de Jerjes había atravesado el istmo de Athos, al norte de Grecia, mediante la excavación de un canal de 2 kilómetros de longitud. Semejante exhibición de fuerza hizo que el rey espartano Leónidas decidiera entregar su vida y la de su guardia personal para retener al ejército invasor en el paso de las Termópilas, la puerta natural de entrada a Grecia central. En este libro, tal y como hizo en Tras las huellas de Heródoto (Almuzara, 2015) tras su periplo por Asia Menor, Antonio Penadés sigue el itinerario del ejército de Jerjes y narra de un modo vivaz su paso por Alexandrópolis, Dorisco, Abdera, Kavala, isla de Tasos,