En noviembre de 1868, el gobierno provisional español, instaurado tras la Revolución de Septiembre, firma la orden que traslada al vicecónsul de Ceilán, hoy Sri Lanka, a su nuevo des tino en Damasco. El receptor de la orden, Adolfo Rivadeneyra (18411881), emprenderá así un viaje que durante tres meses, desde mayo a agosto de 1869, le conducirá por Bombay Basora, Babilonia, Mosul, Diarbekir y Alepo hasta llegar por fin a la capital siria. Rivadeneyra no elige la forma más cómoda de viajar, como aconsejaría su condición de diplomático, sino aquella que le permite conocer mejor los territorios que visita, su historia y sus habitantes, valiéndose tanto del anonimato para mezclarse entre las gentes como de su preparación clásica y lingüística (dominaba varios idiomas, entre ellos el árabe) para profundizar en el corazón de Oriente, su verdadero propósito. Todas las experiencias, aventuras y observaciones vividas a lo largo de tan fascinante itinerario, redactadas a modo de crónicas periodísticas por uno de los viajeros españoles más rele vantes del siglo XIX, así como una serie de cartas remitidas a familiares y amigos desde sus destinos diplomáticos previos en Siria y Ceilán (que se reeditan por primera vez), conforman este libro de viajes. En sus páginas se suceden además los estudios históricos, religiosos, económicos, políticos y sociales sobre esta región del mundo, unidos a descripciones de pueblos y geografías que pocos españoles frecuentaban, expuestos por una mente abierta y receptiva cuya única intención es mostrar lo que ha visto y sentido para animar a que otros viajeros emprendan la misma senda.