Ratas y cucarachas protegen el Cabanyal de aquello que viene del mar y de lo que acecha bajo sus calles. El viento trae consigo la magia a un barrio en el que están en lucha las antiguas tradiciones que mantienen su esencia y los efectos devastadores de una supuesta modernidad. Entre solares y viejas casas de pescadores sobreviven una serie de personajes que se enfrentan a muertos que tratan de engañar a los vivos, seres hambrientos de carne humana, súcubos que absorben la creatividad de los artistas? o las nuevas tendencias de la economía que amenazan con arrasar con las leyes del barrio. Los relatos que componen La vieja sangre de Alfredo Álamo están cargados de un horror social que nos muestra las ansiedades de nuestra época, como toda buena obra de terror. La gentrificación, la crisis de la vivienda, las adicciones o incluso la covid-19 son algunos de los elementos con los que el autor juega en esta obra que consituye todo un gótico mediterráneo y que nos pone los pelos de punta por lo cercano de sus peligros.
Ganador de 8 Premios Ignotus, en 2019 recibió el prestigioso premio de relato Domingo Santos y en 2020 llegó a la final del Alberto Magno de novela corta. Ha publicado cuentos en revistas y prestigiosas antologías como Aquelarre (Salto de Página), Paura o Artifex, además de novelas como Kobold, Mañana será tierra, Tormenta o Plaga. En el campo del microrrelato ha publicado dos antologías, Lunarias y Bestiario infame de la ciudad adormecida (Amargord, 2015). El detective que tenía mariposas en el estómago (Orciny Press, 2018) fue su primera incursión en el género Bizarro al que siguió Morder el bordillo y la antología de relatos La vieja sangre.