Miedo. Este es el sentimiento que se impone hoy en muchos padres. La crónica y las investigaciones de ilustres instituciones y famosos profesores los bombardean con malas noticias. Todos denuncian. Todos incitan. Todos acusan. Todos aseguran: el sistema familiar está muy enfermo. Poquísimos sugieren alguna terapia, aunque sea mínima.
Es más fácil señalar lo que no funciona. Casi siempre con estadísticas irreprensibles.
Proponer soluciones positivas significa comprometerse y eso no gusta hoy.
Este libro va modestamente contra corriente y sugiere líneas de actuación educativa, sencillas y practicables por todos. Con toda la simpatía y la solidaridad hacia los padres.