Cada paranoico es el monje solitario de un convento endiablado. No llamando nadie a su portal, el yo patológico se mantiene plácido, sin encenderse en deseos ni crisparse en arrebatos. Nada turba las cepas de sus recónditas fijaciones. Yacen amortiguadas, no muertas, en la desidia que provocan los fiascos del sexo y del carácter, los fracasos del valor y la cordura. Pero ¡ay! si alguien toca el timbre de sus fobias y manías. Acontece entonces el remezón psíquico. Más que nerviosismo, un sismo de nervios. Más que crisis vesánica, un torbellino en que vuelan y se convulsionan, entrechocándose, la memoria fácil y el extravío de las representaciones; la riqueza de las ideas y la ilación disparatada; la locuacidad vehemente y la exaltación morbosa del yo nos advierte Juan Filloy en el exordio que abre este libro publicado por el maestro en una edición privada de 1971 y reeditado ahora por primera vez. Haciendo gala de una riquísima utilización de la lengua y de un humor rabelaisiano infrecuente en la literatura argentina, Yo, yo y yo está compuesto por siete "monodiálogos" desopilantes: Yo y el Arquitecto, Yo y la Madre Patria, Yo y los Anónimos, Yo y Walt Disney, Yo y el Mundo Subterráneo, Yo y los Intrusos y Yo y la Oratoria.
Juan Filloy (1894-2000), sin duda el más emblemático escritor argentino del siglo XX, nació y murió en Córdoba (Argentina), pero vivió casi toda su larga vida en la pequeña ciudad de Río Cuarto, en donde fue juez. Escritor vanguardista de culto, dejó una obra vastísima, que incluye novelas, cuentos, ensayos, poemas y más de dos mil palíndromos perfectos. Cortázar reconoció su influencia en Rayuela y lo consideraba uno de «los mejores escritores de habla hispana». De este autor, Siruela ha publicado también Caterva.