Jorge Semprún tiene quince años y se halla en París, internado desde hace pocos meses en el célebre liceo Henry IV, cuando el ejército franquista toma Madrid. Atrás han quedado sus fugaces pero indelebles recuerdos de infancia, en especial los veranos de Santander y Lekeitio: los juegos entre hermanos en el jardín, los poemas que el padre recita al anochecer, la muerte de la madre, la visita al abuelo Antonio Maura? El estallido de la guerra civil española en 1936 había provocado el exilio de su familia republicana, primero en La Haya y luego en París. Semprún comienza entonces a forjar sus primeras convicciones políticas y filosóficas; de la mano de los amigos intelectuales de su padre, entra en contacto con la izquierda francesa en unos años capitales para el futuro de España y Europa. Son también los años del descubrimiento de la sexualidad, de las lecturas que lo marcarán toda la vida y del fructífero encuentro con la lengua francesa.
Jorge Semprún nació en
Madrid en 1923. En 1939 su familia se trasladó a París. Miembro de la
resistencia durante la ocupación alemana, en 1943 fue enviado al campo de
concentración de Buchenwald. Tras su liberación en 1945, ya afiliado al Partido
Comunista en el exilio, se entregó a una intensa actividad clandestina en
España. Entre 1988 y 1991 fue ministro de Cultura de nuestro país. Su labor
literaria ha merecido un amplísimo reconocimiento: el Premio Fémina en 1995, el
Premio Planeta (1997), el Premio de la Paz de los libreros alemanes (1994), el
Premio Jerusalén (1996) o el Premio Fundación Lara a la mejor novela en lengua
española publicada en 2003 por Veinte años
y un día.