En 1507, cuando el cartógrafo Martin Waldseemüller publicó un mapa del mundo, denominó América a un nuevo continente, descubierto poco antes, en honor al navegante y explorador Américo Vespucio. El nombre hizo fortuna y años después se extendió al hemisferio norte de aquellas tierras, aunque no correspondía al de su auténtico descubridor y el propio Waldsemüller pensaba que había elegido mal el nombre. Ésta es la historia de esa curiosa denominación, y también la biografía de un maestro de la autopromoción. Nacido en 1454 en la Florencia de los Médicis, para los que trabajó en su juventud, Américo se trasladó a Sevilla en 1491. Fue amigo y rival de Cristóbal Colón, y colaboró en la segunda y tercera expediciones de éste a las Indias, antes de embarcarse él mismo por lo menos en dos ocasiones y de explorar la costa de lo que hoy es Brasil. El hombre que dio su nombre al Nuevo Mundo emerge en estas páginas como un acabado producto de una riquísima época: proxeneta, mago, aventurero, intrigante, hábil navegante (aunque no al principio), autor de deslumbrantes crónicas de viajes, siempre al tanto de los últimos avances científicos y capaz de apropiarse de honores inmerecidos. FernándezArmesto, valiéndose de una cantidad ingente de fuentes y documentos, ha escrito la primera biografía de Vespucio que consigue distinguir la realidad de la leyenda.
Felipe Fernández-Armesto nació en
Londres en 1950. Doctor en historia por la Universidad de Oxford, donde ha
desarrollado su carrera profesional, es profesor en la Universidad de Londres y
en la Tufts University de Massachusetts y ha impartido clases en Yale, Columbia
y Cambridge. Ha obtenido numerosos premios como investigador, entre ellos el de
la Sociedad Geográfica Española. De sus libros, traducidos a veintitrés
idiomas, destacan los títulos Colón
(1992), Millenium (1995), Civilizaciones (2002), Barcelona: mil años de historia (2006) o
Los conquistadores del Horizonte. Una
historia mundial de la exploración (2006). Su Historia de la comida, publicada
por Tusquets Editores, mereció el Premio Nacional de la Academia Española de
Gastronomía a la mejor obra de 2004.