«El verso es el primer lenguaje de la humanidad... la forma más natural del lenguaje», escribe Ernesto Cardenal en el prólogo de esta Antología de poesía priznitiva que nos traslada a un mundo de formas de vida en las que predominan el estrecho contacto con la naturaleza y los quehaceres elementales cotidianos. Un mundo en el que la poesía adquiere categoría de cosmogonía que, por encima de la imagen, se expresa en símbolos y mitos y que, en un alto porcentaje, aun en la aparentemente profana, tiene un sentido místico. Muchos son los poemas recogidos en este volumen que fueron recibidos en sueños, trances hipnóticos, bajo los efectos del peyote, o inspirados, como en el caso de los esquimales, por las almas que habitan la región de los muertos. La variadísima temática abarca desde el amor a la expresión de solidaridad, desde la descripción de faenas diarias a la rogativa destinada a aplacar los elementos o a lograr una curación. Igualmente variada es la procedencia de los poemas, ya que en esta antología tienen cabida culturas tan dispares como la amerindia, la esquimal, la polinesia o la africana. Muchas son por tanto las conclusiones que el antropólogo, el etnólogo o el estudioso de la literatura pueden sacar de esta visión panorámica del quehacer poético del hombre primitivo. Ernesto Cardenal, poeta nicaragüense y una de las voces más importantes de la poesía comprometida iberoamericana, ha aplicado a la presente selección su criterio de creador. No hay por tanto en estas páginas referencias bibliográficas, comentarios eruditos o notas a pie de página porque el resente volumen es ante todo por voluntad expresa de Ernesto Cardenal, «un libro de poesía».\n
Ernesto Cardenal nació en Granada, Nicaragua, en 1925. En 1954 participó en la rebelión contra la dictadura de Somoza. Fue monje trapense, se ordenó sacerdote y fundó la comunidad de Solentiname, en una isla del lago de Nicaragua. Vinculado al frente sandinista desde 1978, fue ministro de Cultura de dos legislaturas. En conflicto con la jerarquía eclesiástica por su vinculación a la teología de la liberación, en 1985 fue suspendido a divinis. Su obra poética comprende, entre otros títulos, Salmos, Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, El estrecho dudoso, Homenaje a los indios americanos y El evangelio en Solentiname.