En cierta medida, este volumen alberga el espíritu de esas secciones porque, a partir de sus creaciones, el autor ha pretendido aunar en un único espacio un nutrido grupo de extravagancias creadas por la mano del hombre, la suya, con el fin de deleitar a quien decida acercarse a ellas y cuya naturaleza es tan falsa o auténtica como el lector decida determinar. El bagaje incluido en Artificialia difiere en cierta medida de el de sus dos poemarios predecesores. No en intensidad ni trasfondo sino en perspectiva. Los textos contenidos en los anteriores poemarios fueron fruto de un periplo emocional que el autor había gestado, meditado y madurado a lo largo de varios años. Los incluidos en este volumen, sin perder la esencia que caracteriza a su autor, denotan una frescura diferente, un sabor joven, menos pesado que no por ello menos intenso. Un sabor a buen vino de crianza si se permite el símil. Esa ha sido la voluntad del autor al escoger las composiciones contenidas en este poemario. Ahora solo resta que tú, lector, lo degustes con complacencia y a sorbos breves y placenteros.