Neruda canta a los asuntos más cotidianos y se entrega a la épica doméstica en un poemario para todos los públicos.
En este libro de 1954, Pablo Neruda asombró a los lectores que no habían previsto la variedad de registros que el poeta alcanzaría. Hoy sigue cautivando esa particular capacidad de su escritura para convocar a los pequeños hechos de todos los días. Pablo Neruda le canta al aire y a la cebolla, a la esperanza y al caldillo de congrio, a la madera y a la alegría, al vino y al pan, a los poetas populares y al fuego, al libro, al traje, a la lluvia, a la vida. Sabe comunicarnos con la magia de su palabra la novedad de redescubrir cada momento como inaugurando la mirada. Los vastos temas y el caudaloso ritmo que caracterizaban su obra anterior ceden paso al metro breve y fragmentado, a la visión microscópica, al protagonismo de aquello que verdaderamente es elemental: el encuentro con los anónimos y desconocidos que transitan las calles, el descubrimiento del corazón que habita en las cosas más sencillas, el valor oculto de lo verdaderamente genuino, la silenciosa sensación de estar rodeados por seres invisibles que estallan en el esplendor de la poesía.
Pablo Neruda, nacido y muerto en Chile (Parral, 1904-Santiago, 1973), ha sido sin duda una de las voces más altas de la poesía mundial de nuestro tiempo. Desde el combate directo o desde la persecución y el exilio valerosamente arrostrados, la trayectoria del poeta, que en 1971 obtuvo el Premio Nobel, configura, a la vez que la evoluciónde un intelectual militante, una de las principales aventuras expresivas de la lírica en lengua castellana, sustentada en un poderío verbal inigualable, que de la indiscriminada inmersión en el mundo de las fuerzas telúricas originarias se expandió a la fusión con el ámbito natal americano y supo cantar el instante amoroso que contiene el cosmos, el tiempo oscuro de la opresión y el tiempo encendido de la lucha. Una mirada que abarca a la vez la vastedad de los seres y el abismo interior del lenguaje: poeta total, Neruda pertenece ya a la tradición más viva de nuestra mayor poesía.