Desde agosto de 1999 hasta que fue asesinada en 2006, Anna Politkovskaya visitó Chechenia en más de cuarenta ocasiones para informar sobre la segunda guerra que arrasaba esta pequeña república. A su juicio era y es el propio futuro de Rusia y sus oportunidades de instaurar una democracia auténtica lo que está en juego. Al describir el calvario de (a población chechena, Politkovskaya muestra que la prolongación del conflicto hace que la situación se vuelva cada vez más incontrolable. Para la periodista, esta espiral infernal tiene su origen en la tradición de un poder que necesita un enemigo, un chivo expiatorio al que cargar el peso de las desgracias reales que padecen los rusos en el difícil período poscomunista.
Anna Politkóvskaya trabajó como corresponsal especial para el periódico quincenal ruso Novaia gazeta desde 1999. Tras obtener su licenciatura en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Moscú en 1980, trabajó primero para el diario Izvestiya y, más tarde, en la década de 1990, para el Megapolis Express y la Obshchaya gazeta, publicaciones ambas de periodicidad semanal. Su interés profesional se centra en las cuestiones sociales:
los usos públicos, las deficiencias del sistema judicial, las condiciones de vida en las prisiones y el destino de los huérfanos, los tullidos y los numerosos refugiados y desplazados que hay en el país. Por su libro Una guerra sucia, recibió en el 2002 el Premio del Pen Club International y en el 2003, el Premio Periodismo y Democracia otorgado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea (OCSE).
«Anna Politkovskaya ha roto ese muro de silencio y se ha convertido en una de las escasas voces independientes sobre la última guerra abierta en Europa.» EL CULTURAL - EL MUNDO