Nabokov nos da las pautas para una lectura sagaz, heterodoxa y apasionante de estos libros prodigiosos. Vladimir Nabokov, lejos de generalidades y teorizaciones, enseña a leer a sus alumnos, a «acariciar los detalles» y a apasionarse con la lectura de Jane Austen, de Dickens y Stevenson, de Proust, de Flaubert, de Joyce o de Kakfa. Esas lecciones apasionadas y apasionantes, reconstruidas más tarde por Fredson Bowers a partir de los apuntes del maestro, son una ocasión única para releer a fondo las grandes novelas de la literatura europea. A lo largo de casi dos décadas, antes de alcanzar la celebridad con Lolita, Vladimir Nabokov impartió cursos de literatura en las universidades estadounidenses de Wellesley y Cornell, y sus clases han llegado a constituir una leyenda. No es frecuente que los estudiantes tengan por maestro a uno de los mejores autores del momento, pero tampoco lo es que un novelista añada a su talento una vocación didáctica tan nítida y eficaz, y tan libre de convencionalismos académicos. Reseña:
«Unas privilegiadas, sustanciosas e irremplazables meditaciones sobre el arte de la ficción.»
Michael Dira, The Washington Post
Vladimir Nabokov nació en San Petersburgo en el seno de una familia de la aristocracia en 1899, pero su trayectoria familiar primero, y luego sus inquietudes personales, lo llevaron a Alemania, Inglaterra, Francia y Estados Unidos, donde inició una brillante carrera como poeta, novelista, crítico y traductor, a la vez que enseñaba Literatura en varias universidades de prestigio. Sus novelas Mary (1926), Rey, dama, valet (1928), La defensa (1930), Gloria (1932), Risa en la oscuridad (1933), Desesperación y La dádiva (ambas de 1934), Invitado a una decapitación (1938), El ojo (1937), El hechicero (1939), La verdadera vida de Sebastián Knight (1941) y Ultima Thule (1942) precedieron el éxito monumental de Lolita (1955) que le permitió abandonar la enseñanza y consagrarse por entero a su vocación de escritor. Después llegaron Pnin (1957), Pálido fuego (1962), Ada o el ardor (1969), Cosas transparentes (1972), ¡Mira los arlequines! (1974). Entre sus obras de no ficción cabe destacar su autobiografía Habla, memoria (1951) y ensayos literarios como Nikolai Gögol (1944) o sus cursos de literatura europea, sobre el Quijote o sobre la literatura rusa. En 1961 se trasladó a Suiza, donde murió en 1977. En 2009, su hijo Dmitri accedió a la publicación de su novela inacabada, El original de Laura.