La paz en la comunidad internacional es para Hans Kelsen una meta alcanzable por medio del derecho. Para lograr ese ansiado fin resulta fundamental limitar drásticamente las posibilidades del uso ilegítimo, pero también legítimo, de la guerra, o mejor aún, sustituir definitivamente ese instrumento primitivo de resolución de conflictos por una jurisdicción internacional capaz de hacer hablar el lenguaje del derecho frente al lenguaje de la fuerza.
En los cinco escritos recogidos en este libro se puede observar nítidamente la evolución de la apuesta kelseniana por una justicia internacional en el recorrido que va desde 1934, cuando todavía no había estallado el gran conflicto bélico, hasta 1947, pasados ya los juicios de Núremberg. El lector comprobará cómo el sucederse de los acontecimientos históricos convulsiona la teoría pura del derecho y la somete a una de sus más duras pruebas. Los juicios celebrados entre 1945 y 1946, ¿suponen la culminación de la teoría kelseniana del derecho internacional o, más bien, la constatación de su fracaso? El estudio introductorio, a cargo de Cristina García Pascual y Jose Antonio García Sáez, ofrece claves de lectura para intentar responder a esta pregunta y profundizar en la compleja relación entre Kelsen y los procesos de Núremberg.
HANS KELSEN (1881-1973) fue el fundador de la Escuela pura o vienesa del derecho que en el periodo de entreguerras se propuso reconstruir el derecho público desde la afirmación democrática de una concepción de lo normativo desprovista de factores no jurídicos. Le corresponde el mérito de haber introducido en la Constitución Austriaca de 1920 un Tribunal Constitucional encargado de garantizar el cumplimiento de la Ley Fundamental. Entre sus obras: Problemas Fundamentales de la Teoría Jurídica del Estado, 1911; Esencia y Valor de la Democracia, 1920; Socialismo y Estado, 1923; Teoría General del Estado, 1925; Teoría Pura del Derecho, 1934; Teoría Comunista del Derecho y del Estado, 1955; Su insobornable compromiso con la democracia le obligaría, primero a autoexiliarse de Austria, su patria natal, y después a enfrentarse intelectualmente con Schmitt, sin perder por ello la compostura académica que le llevaría a invitar a su rival a ocupar la Cátedra de derecho constitucional de Colonia. Terminará sus días en la Universidad de Berkeley.