«Hecho extraordinario y, sin embargo, tan común y por esa razón hay que dolerse más y sorprenderse menos es ver un millón de millones de hombres servir miserablemente, teniendo el cuello bajo el yugo, no constreñidos por una fuerza muy grande, sino en cierto modo parece encantados y prendados por el sólo nombre de uno [...].» El Discurso de la servidumbre voluntaria es obra juvenil de La Boëtie. En ella, influido por las terribles represalias que se ejercen por Montmorency, bajo Enrique II, en Burdeos y en toda Guyena en 1548, declama, más bien que clama, contra la tiranía, utilizando la retórica de los clásicos griegos y latinos. Considera incomprensible el sometimiento, no al gobierno, sino a las ambiciones y concupiscencias de uno solo: de un tirano. Frente a éste defiende la libertad de cada hombre, así como que los gobernantes han de estar al servicio de los gobernados y no a la inversa. Libertad política significa «que los hombres existan para sí mismos». La libertad es un don conferido por Dios a la naturaleza humana, en tanto que la servidumbre es producto de la costumbre, de la ignorancia y de la falta de valor. Testigo de las luchas religiosas de su época, el autor pide que se establezca la paz, pero también que se elimine el uso del poder de modo arbitrario y tiránico a favor de uno de los bandos
Étienne de La Boétie (Sarlat, 1530-Germignan, 1563) fue un escritor humanista, poeta, traductor y magistrado francés partidario de la tolerancia religiosa. Pero además, el autor es recordado como protagonista de una de las relaciones de amistad más célebres de la historia de la literatura, aquella que entabló con Montaigne, quien se convertiría en su albacea literario.