Hubo un tiempo en el que el silencio de la siesta se veía interrumpido por radionovelas como Ama Rosa o Lo que nunca muere, o por las gestas del Águila de Toledo allende los Pirineos. Los tebeos eran los de Roberto Alcázar y los de El Guerrero del Antifaz, y el Nodo ponía el mundo entero al alcance de todos los españoles, mientras Franco y esposa paseaban protegidos por un techico portátil que portaban unos curas muy amables. Tiempo, también, de una escuela que repartía capones y palmetazos, leche en polvo y mucho, pero que mucho, nacionalcatolicismo...