La edición española de los escritos completos de Justicia Constitucional del maestro vienés Hans Kelsen es un acontecimiento de primer orden en el mundo del derecho, que merece por sí misma una reseña cuando se acaban de cumplir cien años de la implantación en Europa de los primeros Tribunales Constitucionales dignos de tal nombre, el checoslovaco de 1919 y el austriaco de 1920. El libro que ofrece Tecnos, en su colección Clásicos del Pensamiento, además de reunir todos los textos redactados por el autor en la materia -algo que hasta la fecha no se había hecho nunca en nuestra lengua- tiene la doble virtud de estar precedido de un excelente estudio preliminar de Manuel Atienza, que pone su inteligente punto crítico en el pensamiento intelectual del padre de la Teoría Pura del Derecho desde una perspectiva propia, y que reúne la no muy habitual condición de su fácil y limpia lectura, gracias al trabajo del traductor, Juan Luis Requejo, uno de los grandes conocedores de Kelsen en nuestra literatura constitucional. Toda una novedad de magnitud para la cultura jurídica que se maneja en español en dos continentes.
HANS KELSEN (1881-1973) fue el fundador de la Escuela pura o vienesa del derecho que en el periodo de entreguerras se propuso reconstruir el derecho público desde la afirmación democrática de una concepción de lo normativo desprovista de factores no jurídicos. Le corresponde el mérito de haber introducido en la Constitución Austriaca de 1920 un Tribunal Constitucional encargado de garantizar el cumplimiento de la Ley Fundamental. Entre sus obras: Problemas Fundamentales de la Teoría Jurídica del Estado, 1911; Esencia y Valor de la Democracia, 1920; Socialismo y Estado, 1923; Teoría General del Estado, 1925; Teoría Pura del Derecho, 1934; Teoría Comunista del Derecho y del Estado, 1955; Su insobornable compromiso con la democracia le obligaría, primero a autoexiliarse de Austria, su patria natal, y después a enfrentarse intelectualmente con Schmitt, sin perder por ello la compostura académica que le llevaría a invitar a su rival a ocupar la Cátedra de derecho constitucional de Colonia. Terminará sus días en la Universidad de Berkeley.