Con asombro, descubrimos que este clásico del siglo XX estaba ausente hacía ya muchos años de nuestras librerías. En efecto, muy pocos son los privilegiados que guardan aún como un tesoro la edición de Seix-Barral, publicada por Carlos Barral en 1955 entre los primeros títulos de su ya mítico catálogo. Entre noviembre de 1932 y marzo de 1933, T.S. Eliot impartió un memorable ciclo de conferencias en la Universidad de Harvard. Éstas no tardaron en convertirse en el libro que ahora rescatamos en la magistral traducción que el poeta Jaime Gil de Biedma entregara a su amigo y editor, y de quien también incluimos el iluminador prólogo que sitúa a Eliot en la gran tradición de la crítica anglosajona. Tal vez el vínculo que une temáticamente estos textos sea la aspiración de ofrecer un nuevo acercamiento a la poesía y la crítica, que haga de esta última algo más que la simple sucesión de concepciones de lo que ha de ser la poesía. A cada época le corresponde un arte propio (y probablemente nadie mejor que Eliot para analizar la evolución de las ideas críticas surgidas desde el mundo isabelino hasta nuestro siglo, pasando por el Romanticismo), y la función del crítico aquí defendida es la de deslindar lo que en poesía hay de permanente de lo que es expresión del espíritu de la época. Así, el crítico Eliot nos invita a releer no sólo las poesías, sino también las poéticas de autores como Wordsworth, Keats, Shelley o Dryden, ayudándonos a comprender la rara mezcla de sensibilidad e inteligencia que se esconde en toda auténtica obra de arte.
Thomas Stearns Eliot nació en Saint Louis, Missouri, en 1888 y murió en Londres en 1965. Tras sus estudios en Harvard y La Sorbona, se establece en Inglaterra en 1915. Sus primeras incursiones en la poesía muestran la impronta del simbolismo francés, pero su obra posterior no tardó en adquirir una voz tan radicalmente personal que ha acabado influyendo de forma decisiva en la mejor poesía de nuestro siglo. En su producción cabe destacar, en poesía, La tierra baldía (1922), Miércoles de ceniza (1930) y los Cuatro Cuartetos (1935-1942). En el terreno de la crítica literaria, Traducción y talento individual (1919) y Criticar al crítico (1965); y en teatro, Asesinato en la catedral (1935). T.S. Eliot obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1948.