Algunos autores, algunas autoras, se convierten, con el paso del tiempo, solamente en «expectativa»: lo que podrían haber llegado a ser; poco más. Rita Indiana demostró ya con La mucama de Omicunlé que podía y sabía cumplir las promesas hechas en la torrencial, apabullante y adictiva (sumaríamos aún más adjetivos) Papi, su primer gran texto. ¿Sería posible ir más allá? ¿Hacia dónde se dirigiría su poderosa narrativa? Hecho en Saturno es la respuesta a estas preguntas, y no sólo es un libro nuevo, como lo es toda la obra de Indiana, sino un libro, en sentido estricto, bueno. Muy bueno. Modernísimo (término hoy desprestigiado pero útil) a la vez que muy clásico. Un Goya duchampiano podríamos decir si no escandalizáramos a alguien. Quizá sea mejor no calificarlo, sino dejarlo en manos de los lectores.
He aquí la historia de los hijos de una revolución, de muchas revoluciones. He aquí la vida en una isla. No, en dos: de Cuba a la República Dominicana, ida y vuelta? Sin embargo, esta novela no es local: su pasión, las contradicciones de sus personajes, la demolición de las viejas ideas de justicia e igualdad en pos del dinero, son universales y en muchos momentos parece que leyéramos sobre nuestro día a día, sobre este país, cualquier país.
Digámoslo con rotundidad: Argenis Luna, protagonista de esta novela, es tanto un personaje mitológico como un paria de la tierra. A las diez páginas de vivir junto a él lo comprendemos y lo amamos. Sus contradicciones son las nuestras. Se quedará a vivir para siempre a nuestro lado.
Rita Indiana nació en Santo Domingo en 1977 y vive en Puerto Rico. Figura clave de la literatura caribeña actual, su segunda novela, «Papi» (Periférica, 2011), se convirtió en un texto de culto desde que se hicieron públicas sus primera líneas: «Literatura flow, de lectura sincopada, fraseo de poesía callejera, cadencia de merengue anfetamínico y un extraño sabor a poesía beat tamizada por el filtro del realismo mágico» (Xavi Sancho, El País); «Rita Indiana construye en Papi un edificio narrativo con la cadencia del merengue y la mirada de una niña solitaria que podría ser un cruce entre Cien años de soledad y Misery, y que acaba siendo una novela pop, ya que homenajea la cultura popular, pero no sólo la latinoamericana sino también la norteamericana» (Laura Fernández, El Mundo). Posteriormente, sus novelas «Nombres y animales» (Periférica, 2013) y, sobre todo, «La mucama de Omicunlé» (Periférica, 2015; Premio de la Asociación de Escritores del Caribe, 2017) la consagraron como una de las escritoras latinoamericanas más importantes del presente.