De todos los Fernando Pessoa posibles, el autor de los textos sobre Iberia es uno de los más desconocidos y más frecuentemente olvidados. Un Fernando Pessoa entrañado en la realidad de su tiempo, que participa activamente en el debate sobre la siempre candente cuestión peninsular no corresponde, sin duda, al paradigma tradicional que tantas veces se nos ha impuesto, y que dibujaba un retrato del poeta portugués como alguien recluido en sí mismo y distante con respecto a los movimientos sociales que le tocó vivir. Nada, probablemente, más lejos de la realidad. Pessoa no fue ajeno a ninguno de los grandes sucesos históricos, ni ahorró esfuerzos a la hora de escribir sobre los mismos. La ?cuestión ibérica? es uno de ellos, un signo de los tiempos sobre el que el autor de Mensagem reflexionó y escribió, llegando a imaginar un libro titulado como éste que el lector tiene ahora entre sus manos, en el que hiciese su personal aportación a la rica y plural tradición iberista en la Península.
Tenemos un nuevo Pessoa entre las manos, un Pessoa sorprendente y poco conocido, preocupado por asuntos que se aproximan a la sociología política y que acaba transformando estos textos en un mapa de la identidad de un territorio, el ibérico, marcado por el mismo signo de pluralidad que se convirtió en el código genético de su autor.
Fernando Pessoa nació en Lisboa el 13 de
junio de 1888. Su madre, prematuramente
viuda, se casó en segundas nupcias con el
comandante João Miguel Rosa, que en 1895
fue nombrado cónsul en Durban
(Sudáfrica), donde Pessoa estudió en el
convento de West Street y luego en la High
School y la Commercial School, y pasó el
examen de admisión y la Intermediate
Examination de Artes en la Universidad de
Ciudad del Cabo. En 1905, Pessoa se
trasladó a Lisboa para matricularse en el
curso superior de Letras. Traductor,
astrólogo, médium, ensayista, vinculado a la
vez a la vanguardia literaria y plástica y al
ocultismo, Fernando Pessoa debe su extensa
y casi enteramente póstuma notoriedad
mundial a la vasta y variada obra poética
que, firmada por él mismo o atribuida a
alguno de sus heterónimos -señaladamente
Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de
Campos- , se difundió sobre todo a partir de
su fallecimiento en Lisboa el 30 de
noviembre de 1935.