El Marqués de Sade (1740-1814), aristócrata?con buena formación clásica, inició a temprana edad una larga carrera de desafueros que le depararon dilatadas estancias en prisión, donde escribió la mayor parte de su obra. Convertida durante décadas en caso para la patología sexual, saludada por los surrealistas y rescatada definitivamente por la crítica moderna, el lector de hoy se encuentra ante una obra inserta en las tradiciones de su época, exasperada y moralizante, pero con una construcción rigurosa y claros valores literarios.
Donatien-Alphonse-François de Sade (París, 1740-Charenton, 1814) nació en el seno de una familia aristócrata. En 1768 se convirtió ya en leyenda por sus escandalosas y truculentas fiestas en el tristemente célebre castillo de Arcueil. Le tocó en suerte vivir una época de cambios radicales en la Francia de la Revolución y del Terror, aunque pasó la mayor parte de su existencia recluido en cárceles y manicomios. Todas sus obras están impregnadas de una filosofía libertina que propugna la libertad absoluta, al margen de cualquier religión, ley o moral. En 1988, Tusquets Editores inició la publicación de las obras eróticas de Sade a partir de la edición francesa definitiva. A La filosofía en el tocador (La Sonrisa Vertical 59) le siguieron Las 120 jornadas de Sodoma (La Sonrisa Vertical 75), Justine o Los infortunios de la virtud (La Sonrisa Vertical 88) y, ahora, Juliette o Las prosperidades del vicio.