Un análisis de la crisis con un punto de vista optimista. Una reflexión que nos enseña que a pesar de la situación económica la vida no espera. Un homenaje a los hombres y mujeres que no han dejado de luchar.«Las crisis pasan, pero el tiempo que se sufre durante ellas no regresa y, a pesar de la situación económica, la vida no espera .»
Manuel MedinaEl prestigioso abogado Manuel Medina nos ofrece en este libro una reflexión de la crisis desde un punto de vista optimista y nos invita a recapacitar sobre el tiempo que transcurre durante ella. El autor desgrana los distintos tipos de crisis: la de valores, acuciada por la falta de afectos; la de la familia, urgida por la vida urbana, las prisas y la frialdad de las comunicaciones; la de identidad, conocida como las tres Des: desempleo, desesperación y desengaño; la política, producto de la corrupción; la social, que ha causado gran pobreza y desigualdad; la bancaria y, por último, la crisis económica.La crisis puede esperar, la vida no es un homenaje a los grandes empresarios que han contribuido para que el país supere las dificultades, pero también un reconocimiento a los trabajadores anónimos que levantan el país cada mañana, que superan la crisis a base de esfuerzo, a todos esos hombres y mujeres que no han dejado de luchar.Reseña:
«La desbordante personalidad de Manuel Medina, su visión constantemente positiva de la vida, siempre en busca de la felicidad, hace que encuentre en cada capítulo, en cada epígrafe, un rasgo, una traza de cómo enfocar la crisis para que esta no se convierta en #La dama del alba#, y no sea el preludio de una muerte anunciada.»
Jaime Lamo de Espinosa
Manuel Medina nació en Torete (Guadalajara) en 1944. Es doctor en Ingeniería Naval por la Universidad Politécnica de Madrid, licenciado en Ciencias Sociales por el Instituto León XIII de la Pontificia de Salamanca y licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Comillas. Ha trabajado en las Cooperativas Industriales de Mondragón, en la fábrica de camiones Pegaso del Instituto Nacional de Industria y ha dirigido la filial de una multinacional norteamericana. Su vocación de laico cristiano, comprometido con la Iglesia, comenzó en su adolescencia como lector en la misa dominical parroquial, se desarrolló durante su juventud al hilo de las sesiones del Concilio Vaticano II y se consolidó en las comunidades CEMI (Congregación Estado de María Inmaculada). Esposo, padre y abuelo, considera que la familia es el mejor lugar teológico como imagen del Dios Trinitario y de la vida de amor del Reino de los Cielos.