" La culpa del abate Mouret " , aunque poco conocida, es una de las mejores novelas del padre del Naturalismo. Lejos de responder al dictado de la etiqueta normativa al uso, que define ese movimiento literario como una mera y complacida exposición de la abyección humana, esta novela recupera explícitamente, más aún que otras, una gozosa y fructífera filiación de la escritura zoliana con el espíritu " naturalista " primigenio del siglo XVIII. El resultado es una obra maestra en la que ese apelativo literario cobra todo su sentido.
No menos anclada que las demás novelas del autor en los parámetros sociohistóricos de su tiempo, " La culpa del abate Mouret " presenta una reflexión sólida y crítica sobre ciertos aspectos de sociología religiosa, en particular sobre la figura del sacerdote, el celibato y los seminarios en el último tercio del siglo XIX. Pero el genio de Zola crea también un gran conflicto íntimo del cuerpo y el alma que tiñe el relato de vibrante dramatismo. Y, sobre todo, como ya señaló en su día el gran poeta Mallarmé, en opinión desgraciadamente poco valorada, dota a la narración de un vuelo metafórico que la convierte en un gran poema.
Nacido en
París en 1840, pasó su infancia en Aix-en-Provence, donde trabó una gran
amistad con Paul Cézanne. A los veintidós años entró a trabajar en la editorial
Hachette, empleo que abandonó en 1866 para dedicarse en exclusiva al periodismo
y a la literatura. Ya en 1864 había publicado un libro de tinte romántico que
cosechó un gran éxito: Contes à Ninon.
En 1867 saca a la luz su primera novela «naturalista», Thérèse Raquin, considerada en su momento littérature putride. En 1868 comienza el ciclo de los Rougon-Macquart, cuyas veinte novelas
concluyó en apenas veinticinco años. Condenado a un año de cárcel por su intervención
en el caso Dreyfus, en 1898 se exilia en Inglaterra durante once meses. En
1902, muere en París, asfixiado por las emanaciones de una chimenea.