La ciudad en verano es el campo de juego perfecto para dos niños pequeños con todo el tiempo del mundo en sus manos.
El lector está invitado a formar parte de un mundo que no le pertenece, que es del todo de los niños, un mundo donde las reglas están creadas por y para ellos, reglas que a ojos de un adulto podrían parecer absurdas o ridículas, pero cuyo incumplimiento podría abrir las puertas a los más oscuros seres misteriosos y a los mayores terrores imaginables.
A lo largo de las páginas, se va presentando cuál es el resultado de no cumplir reglas tan sencillas como no dejar un calcetín rojo en el tendedero o no pisar caracoles.
La magia de las ilustraciones de Shaun Tan provoca una mezcla de desconcierto e identificación por parte del lector, quien, poco a poco, va dejando a un lado su forma de construir el mundo para pasar a verlo como estos dos niños solitarios que juegan en un escenario surrealista sin mayor preocupación que la de cumplir sus propias normas. Juego y vida se van tejiendo de tal forma que configuran un todo desconcertante, humorístico, descorazonador, tierno, esperanzador a partes iguales.