LINDGREN, ASTRID / LÓPEZ RUBIO, AYESHA (Ilustración)
La familia Svantesson vive en el cuarto piso de un edificio de una calle de Estocolmo. Tienen tres hijos, Lillebror es el más pequeño. Bosse y Bettina son mucho mayores, y si no fuera por Karlsson que vive en el tejado, Lillebror estaría bastante solo. Mamá y papá creyeron durante mucho tiempo que Karlsson no era más que uno de esos amigos imaginarios que tienen algunos niños cuando se sienten solos. Por eso le compraron un perro a Lillebror. Por supuesto, Lillebror quiere mucho a Bimbu, pero Karlsson es un compañero de juegos todavía mejor. Y mamá y papá pronto se dan cuenta de que Karlsson existe de verdad y que es un personajito divertido y travieso que convierte la vida de Lillebror en toda una aventura. Quiero divertirme, o si no, conmigo no cuentes dice Karlsson, cada vez que entra volando por la ventana de la habitación de Lillebror, siempre preparado para nuevas travesuras. Con una tipografía sencilla y unas ilustraciones dinámicas y muy actuales, será una lectura muy, muy divertida y ágil. Después de Karlsson en el tejado, llega Karlsson vuela de nuevo, el segundo volumen de los tres que componen la
Astrid Lindgren nació en Näs, una granja de color rojo muy cerca de Vimmerby, en Suecia, el 14 de noviembre de 1907. Es una de las escritoras de libros para niños más leídas del mundo y ha sido traducida a 107 idiomas. Siempre estuvo del lado de la infancia, ese lugar que nunca quiso abandonar. A los niños les dio el poder de ser independientes y ellos siempre estuvieron de su parte. Durante toda su vida se opuso a la injusticia y se convirtió en una de las más importantes creadoras de opinión. Con 68 años escribió un artículo para el diario sueco Expressen, titulado Pomperipossa en Monismania, denunciando el sistema de impuestos sueco; la consecuencia fue la reforma de la legislación fiscal y la caída del gobierno de ese momento. Gracias a ella se promulgaron leyes como la que se aprobó en 1988 contra el maltrato animal, conocida como «Ley Lindgren» en su honor, o la de 1979 contra la violencia infantil, que nace de su discurso «¡Violencia, jamás!». Astrid Lindgren siguió subiéndose a los árboles durante toda su vida y nunca perdió la mirada de niña ni el humor.