Lo mío no es vocación, ni carrera, ni oficio; simplemente tengo
humor. El chiste da para comer. Lo que pasa es que yo tengo un oficio
que, en este país, es como ser torero en Suecia. Es decir, que
caes simpático, pero no te dejan torear. El único inconveniente que
he encontrado en mi carrera ha sido el sentido del humor del país.
Dicen que los españoles no tienen sentido del humor, pero eso no es
verdad. Van a ver una película inglesa en la que los propios ingleses
se caricaturizan, y se lo pasan de miedo; pero hacer lo mismo
en España ya no les gusta. Los españoles tienen el sentido del humor
mutilado. Aunque se enfaden los ejemplarizados, le contaré una
serie de anécdotas. En en el guión de Soltera y madre en la vida, en
el que colaboré, el personaje antipático era un practicante. Enseguida
salió una carta de un practicante que no toleraba que a los
de su gremio se les llamara antipáticos. Cuando se me ocurrió decir
que Felipe II gobernaba como un secretario de Ayuntamiento, rápidamente
un secretario de Ayuntamiento, muy ofendido, protestó.
Hice otro chiste en que un nuevo rico le decía al maestro: «Aquí le
traigo al niño para que me lo entretenga hasta que se haga un hombre
de bien». Pues, un maestro indignado envió otra carta en son
de protesta.
La llaga purulenta de la censura obligó a Antonio Mingote y a sus
cofrades del buen humor a afinar la intención, propinarles vueltas
y vueltas de tuerca a las cosas, apuntar por elevación («creo que se
dice así en artillería»), hacer ejercicios de elipsis, sobreentendidos
y ambigüedades. «Esto no es deseable, pero ha tenido por consecuencia
unas herramientas más pulidas y un ingenio más aguzado»,
confesaba el maestro a propósito de la guillotina censora. La censura
rasgaba las páginas y los dibujos no aptos con un lápiz rojo.
Desvelamos en esta obra todos los chistes que fueron censurados
por la «santa madre iglesia del buen decoro» de turno, es decir, la
maquinaria del régimen, que obligaba al director de pe riódico de
turno a tener que censurar a su dibujante.
(Sitges, 1919) Dibujante y humorista español, se inició como dibujante de humor en 1946, publicando en La Codorniz los chistes de una pareja que pronto se hizo popular. Desde 1953 hasta hoy mismo, ininterrumpidamente, publica un chiste diario en ABC de Madrid.Aunque es autor de algunas novelas, como Las palmeras de cartón (1948), Los revólveres hablan de sus cosas (1953), Adelita en su desván (1991), de cuentos y de una obra teatral, El oso y el madrileño (1973), su fama procede principalmente de su intensísima actividad en el terreno del humor gráfico. Además publicó libros de divulgación histórico-humorística, como la Historia de la gente (1955 y 1984), Historia de Madrid (1961), Historia del traje (1963), Hombre solo, Hombre tranquilo (1976) y 5 años de Madrid (1978).Creó escenografías y figurines teatrales, cuadros, pinturas murales en edificios madrileños, guiones de cine, y colaboró en la realización de programas radiofónicos y televisivos. Su estilo gráfico-literario se caracteriza por la sutileza e ironía, la rápida y acertada pintura de trazos y descripción de carácteres e ideologías, y la sensibilidad social"Prensa Española" instituyó en 1967 el Premio "Mingote para Humor y Periodismo Gráfico".Fue elegido Miembro de la Real Academia Española en enero de 1987.En 2004 publicó un volumen con algunos de sus mejores dibujos. Su obra ha merecido los premios Víctor de la Serna (1979), Blanco y Negro (1980), Nacional de Periodismo (1981) y Formentor (1984), entre otros.