Los mejores libros jamás escritos.
Corre el año 1867, el año de la Exposición Universal. Mientras la Ville Lumière se llena de una élite cosmopolita que se pasea por sus majestuosos bulevares, el destino fatal de Nana, la hija de la lavandera de La taberna y cortesana de belleza provocadora que triunfa en el teatro de variedades, es el de la burguesía decadente.
Esta novela, incluida en el ciclo de los Rougon-Macquart, y enmarcada en la crítica a la hipocresía y la corrupción moral de fin-de-siècle que vertebra la obra de Zola, se ganó, entre otros, la admiración de Flaubert: «¡Capítulo XIV, insuperable...! ¡Sí...! ¡Dios Todopoderoso...! ¡Incomparable!...».
Esta edición incluye, como material adicional, una introducción de Henri Mitterand, catedrático emérito de las universidades de la Sorbona y Columbia, y reconocido experto de Zola; el cierre, a modo de epílogo, es un largo perfil del autor escrito por Guy de Maupassant.
«Hija mía, donde hay mujeres, hay bofetadas.»
Emilia Pardo Bazán dijo...
«Como Homero daba voz y pasiones a los ríos, Zola presta amor al huerto abandonado, misterio maléfico a la mina, fatalidad atrayente a la taberna.»
Nacido en
París en 1840, pasó su infancia en Aix-en-Provence, donde trabó una gran
amistad con Paul Cézanne. A los veintidós años entró a trabajar en la editorial
Hachette, empleo que abandonó en 1866 para dedicarse en exclusiva al periodismo
y a la literatura. Ya en 1864 había publicado un libro de tinte romántico que
cosechó un gran éxito: Contes à Ninon.
En 1867 saca a la luz su primera novela «naturalista», Thérèse Raquin, considerada en su momento littérature putride. En 1868 comienza el ciclo de los Rougon-Macquart, cuyas veinte novelas
concluyó en apenas veinticinco años. Condenado a un año de cárcel por su intervención
en el caso Dreyfus, en 1898 se exilia en Inglaterra durante once meses. En
1902, muere en París, asfixiado por las emanaciones de una chimenea.