El capataz italiano Nostromo es el único hombre capaz de actuar con la decisión necesaria para salvar la plata de la mina de Santo Tomé y proteger la independencia de Sulaco, la provincia occidental del estado latinoamericano de Costaguana. Pero ¿su integridad es tan incuestionable como todos creen? ¿O sus ideales se doblegarán frente a las presiones económicas y políticas? En esta gran obra, se ilustra a la perfección el impacto de las explotaciones comerciales extranjeras en una joven nación en desarrollo, así como las dificultades que conlleva conciliar la identidad individual con un papel social. A partir de cinco personajes unidos por el aislamiento, pese a que cooperan entre sí, Conrad se adentra en un mundo de revoluciones, de intereses materiales y emocionales, de enormes tensiones, y construye una novela en la que numerosos personajes y situaciones de todo tipo se entremezclan en una trama sin fisuras. Sólo un excepcional novelista como Conrad de cuyo nacimiento se cumplen ahora 150 añospodría penetrar en el alma política de una civilización tan distinta de la suya hasta el punto de reproducir su idiosincrasia con éxito y reflejar el espíritu de una época fundamental en la historia latinoamericana.
Joseph Conrad (Józef Teodor Konrad Korzeniowski, 1857-1924) De origen polaco, perdió a sus padres cuando era niño y con sólo 17 años se embarcó por primera vez en Francia para iniciar su aprendizaje en la marina mercante. En 1886 obtuvo la nacionalidad británica y, ocho años después, abandonó la marina para dedicarse en exclusiva a la literatura. Pronto se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura inglesa, con grandes éxitos como El negro del Narcissus, El corazón de las tinieblas, Lord Jim, Tifón, El agente secreto, Victoria y Entre la tierra y el mar (Belacqva, 2006), entre otros. Cuando murió, había tenido tiempo de contrabandear armas para los revolucionarios carlistas en España, de viajar desde el archipiélago malayo hasta la costa caribe de Colombia, de tener dos hijos y escribir más de veinte libros, de ser admirado por Henry James y por André Gide, de negarse a recibir los máximos honores de la Corona Británica y de cambiar para siempre el arte de la novela.